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Estupor que anida en el crepúsculo,

Cauce carmesí, terror nocturno,

Un rumor súbito, sucumbe en ansias,

El latiente frío que acosa mi alma.

Rumor de media noche,

Sed de humedad, de tibieza,

Taciturno deseo tiñe mis venas,

Sangrienta y eterna es mi condena.

Las brasas del alba mi piel queman,

Soy un despojo resonante de la muerte,

En la luna se reflejan mis grisáceas carnes,

Casi plateadas mis manos, mis ojos cubren.

Agrios sabores dispersan mis ansias,

Cálida y roja la sangre que emana,

Sustancia de vida, de vida y condena,

Unión de sombras y corazones palpitantes,

Es la oscuridad eterna.

Catarsis que llora mi alma,

Risa lacónica, dolor fulminante,

Esa ira que subleva mi conciencia,

Es pasión, es lujuria, es deseo...

¡Mi vida no es vida, no es vida!

Es una muerte que camina en el umbral de cada noche,

Es una vida de sombras,

De eterna soledad.

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