¡Bienvenido!

"Siente el océano de sombras, escucha las melodías del viento, y deja que el arrullo de las estrellas te envuelva con su manto de misterio."

jueves, 1 de agosto de 2013

¡De acuerdo!  Ya sé que soy todo lo que has escuchado que dicen de mí. Sí, soy algo neurótica cuando ya no hay café, cuando se priva a mis pulmones del smog y los cigarros. También reconozco que soy un poco altiva cuando alguien se mete a opinar sobre el color de mis zapatos, que si son negros, rojos, verdes o blancos. A mí me gusta la cafeína, la necesito a diario para despertarme del letargo en el que vivo a voluntad. Y el smog de la ciudad me hace pensar que no estoy sola, que entre toda la multitud que maneja esas estúpidas máquinas con ruedas, debe haber alguien pensando que tampoco está solo, y eso me consuela. Y en cuanto a los zapatos, me gustan cómodos, sin tacones ni cosas que me hagan parecer más grande de lo que realmente soy, y si son planos y de colorines, mucho mejor. Y si yo puedo vivir con todo eso, al mundo no debería afectarle. Desde mi perspectiva, un poco por debajo del promedio (hablo de mi estatura), veo la misma mierda que ven los demás. Veo las mismas calles, los mismos edificios, los mismos semáforos en rojo, naranja, verde. 

A si, en algún punto hablé de los cigarros. Me gusta pensar que es una mala costumbre de esas que se heredan, pero la verdad es que me hace feliz, tan feliz que ya he dejado de buscar explicación y simplemente lo disfruto, a veces con el café, a veces sólo. Probablemente las cosas que más felices nos hacen son las que más rápido nos matan...

Y sé que muchas veces he deseado tener cosas, cosas estúpidas, desde la misma perspectiva que el resto del mundo. Pero hace menos de una semana escuché un discurso de alguien que fue famoso y ya murió, y desde entonces un pensamiento ha quedado en mi mente: "Tener menos es tener más, finalmente las personas no poseen cosas sino que terminan las cosas poseyendo a las personas (...)"
Confieso que ya no quiero tantas cosas desde ese día. Sigo con inmensos deseos de viajar, de aprender otros idiomas y de nunca tener hijos porque no los necesito. También quiero un gato, y alguien a quién poder mirar a los ojos y sonreír, y pensar que todo estará bien, así el maldito mundo se nos venga encima. Pero comprar un carro o tener ropa de marca, no está entre mis prioridades. Prefiero comerme un helado así me engorde, prefiero irme de fiesta y bailar hasta no sentir las piernas, o hacer paracaidismo, parapenting, o alguno de esos deportes que dicen que son de alto riesgo. Aunque, me parece más riesgoso conducir un sábado al medio día en está ciudad atestada de imbéciles con afán. Por eso no quiero un carro. Prefiero la plata para ir a viajar, ir a Santa Marta, comer pescado y arroz con coco, y regresar.


También reconozco que dije algún día que odiaba a los gatos. Ya no los odio, a veces me caen mal sus dueños, o simplemente me incomoda tanto pelo si llevo un suéter oscuro. Pero no es culpa del gato, es mía por vestir de esta manera. Amo a los gatos, y me gustaría tener uno para mimarlo, espicharlo y hacer un caldito. Bueno, tal vez no haga un caldito pero si lo espicharía. 

No soporto el olor del coliflor. No me gustan los pimentones pero me los como, y en los últimos años he desarrollado cierta adicción al chocolate que usualmente no menciono, pero es necesario que lo sepas por si un día me quieres sorprender (me gusta más el blanco, y el francés es delicioso). 

Reconozco que he dicho mentiras, que he engañado y ha sido con propósitos egoístas. No me arrepiento, pero no me gustaría tener que volverlo a hacer. Así de cínico como suena, pero es la verdad. También admito que soy malgeniada. Me molesta que me digan qué tengo que hacer y cómo lo tengo que hacer, me molesta la impuntualidad, la gente que no se baña y huele mal, me molestan muchas cosas así que una lista sería demasiado larga. Pero entre las cosas que más me molestan hay una que se gana el premio mayor y esa es la gente que dice que va a hacer y resulta no haciendo. Siempre me pregunto ¿por qué carajos no se van a un potrero y se pegan un tiro en la sien?  

Es cierto. Debería asistir a terapia para el manejo de la ira, y decirle al psicólogo (o psiquiatra) que necesito que me recete algo para no deprimirme cuando hace mal día, o cuando se me acaba el chocolate, el frío, la cafeína, los cigarros, el smog, los semáforos y la sonrisa.

Natalia.