CARROÑA

Con tu daga me heriste, profundo en la espalda,
Una y otra vez,
Y en tu rostro se dibuja pálida una sonrisa
mientras mis ojos ruegan piedad.

Te llevaste el huracan de todas mis pasiones,
Yo fui calor en todos tus inviernos,
Y hoy me arrastras en tu tormenta nocturna,
en tu vergüenza, tu desdicha, tu mirada...

Oh tú! mi cruel verdugo,
Me has condnado al frío placer de no sentirme,
Los minutos se devoran todo mi aire,
y la luz se extingue como breve ilusión;

Ahora mi cuerpo expulsa toda vida
Y tú me escupes en la cara la verdad;
tus manos hurgan todas mis heridas,
me desangro, siento mi alma escapar...

Y aquí me dejas, como el tiempo en suspenso,
en una noche triste, fría, vacía,
en una parte de la nada
donde todo descansa eternamente,
donde los cuerpos lloran en silencio su miseria
y los gusanos desgarran a pedazos
lo que queda de una vida
y el tiempo se consume a las almas
como insípida carroña, en su lenta agonía,
Mientras en el mar del olvido
se refunden sus llantos, sus penas
y sus cóncavos huesos.

Lilith.