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"Siente el océano de sombras, escucha las melodías del viento, y deja que el arrullo de las estrellas te envuelva con su manto de misterio."

martes, 3 de septiembre de 2013

Amar. Té.

"Es la hora del té", dije. Y él sonrió. Eran las cinco y todo era perfecto. La luz, la música, y hasta el mantel en la mesa. El té caliente va bien con galletitas de dulce o de sal. Yo prefiero las de dulce, y que el mantel sea blanco con flores, porque me siento como en casa.
Encuentro fascinante ver sus ojos a través del vapor, se incrustan en la esquina nor-oriental de mi tranquilidad y me la transforma en uno de esos puntos donde desaparecen las cosas. Algo así como un triángulo de las bermudas. El mantel se llena de boronitas que yo quito con cuidado para que siga siendo impecable. La manera en la que levanta la taza y la vuelve a poner sobre el plato: pausada, con algo de dulzura e inquietud. Me mira y vuelve a sonreír. Mi taza está vacía, y parece que también la de él, porque la ha puesto a un lado y no me ha quitado la mirada de encima.
"Es la hora del te", me dijo. "Pero, acabamos de..." apenas yo comprendía y me interrumpe: "No, no es un té agudo, es grave, porque es el que sigue a Amar. Vamos a AmarTe."
Todo era perfecto, la luz apagada, la música, las cortinas oscuras y las sábanas de la cama.

:-)

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