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"Siente el océano de sombras, escucha las melodías del viento, y deja que el arrullo de las estrellas te envuelva con su manto de misterio."

sábado, 28 de enero de 2012

Profe!

Sólo bastó con escuchar su voz para hacerme sonreír. Estaba ocupada haciendo nada, dejando el fluir de la consciencia (o subconsciente) haciendo  lo que más le gusta, hablar, hilar historias que no vienen ni van de ningún lado a ningún lugar. La voz...
- ¿Tienes clase aquí?
- Sí. ¿Es usted el profe?
- ¿Qué materia es ésta? La electiva de inglés, ¿verdad?

- Sí...
- Sí, yo soy el profe...
Me mira y se ríe con picardía:  JaJa! No mentiras, me hubiera podido hacer pasar por el profe, pero no... la verdad es que me gusta hablar con todo el mundo, y estuve por hablarle al celador, pero te vi...


...
Es como una de esas revelaciones, en un sentido hasta gracioso. Que llega una persona que jamás en la vida habías visto, se sienta a tu lado, como si te conociera, y empieza a hablar. Es curioso, porque no suelo ser demasiado conversadora, pero con este muchacho se me dio fácil. Es una revelación, porque me hizo entrar en un estado retrospectivo, la que era hace dos años, cuando entré a la U, y la que soy ahora, o era esa mañana: amable, expresiva, elocuente... SIII!  ELOCUENTE!!!
El caso es que, me habló, y yo me pude olvidar de ese aturdidor fluir de mi consciencia, me pude olvidar de los sinsabores, del tinto que había quedado en la olleta, del huevo que no me comí porque era viernes, de las farras a las que no fui porque estaba deprimida, de los labios que no besé por miedo, de las cartas que no escribí y que se refundieron en algún lugar de mi olvidadiza memoria... de todo eso, y más.


Entonces, llegué al punto de pensar, en mi reflexión, que sólo basta estar en una gran necesidad de algo para hallarlo en el lugar y momento menos sospechado.Yo quería silencio, y lo encontré una mañana cuando un hombre desconocido me habló... sí, suena contradictorio, pero lo que yo quería era silenciar esa voz incómoda en mi cabeza. No fui yo, fue él, que me colaboró sin saberlo. Curiosamente, sólo pienso en él hasta ahora, que recordé ese bello caer de las notas, de las corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas que había en su carpeta. Es músico. No me enamoré, es sólo que alguien que no conocía me ha dado un valioso regalo hoy, a cambio de absolutamente nada: su tiempo y su sonrisa. Espero algún día retornar ese regalo, también sin saberlo, sin pensar en quién, en cómo o cuándo, sólo....

2 comentarios:

Notte dijo...

:) y muchas veces no lo has sabido, habrán otras en que tampoco lo sabrás.. a mi me robas tantas sonrisas como nunca imaginé, así que puedo entender esas conversaciones y momentos inesperados de elocuencia y tranquilidad.

Natalia Duque dijo...

Es grato saberlo, porque, además, es mutuo! <3