¡Bienvenido!

"Siente el océano de sombras, escucha las melodías del viento, y deja que el arrullo de las estrellas te envuelva con su manto de misterio."

martes, 27 de diciembre de 2011

ÉL (el original)

Me fumo un cigarro, de los que no tienen filtro, ni mezclas raras de alquitrán con otros venenos. Mis labios aprisionan suavemente, aspiro, siento cómo se llenan mis pulmones, y una leve picazón en la tráquea. Dos, tres, cuatro, y ya no puedo seguir aspirando. Comienza mi día, sin mayor novedad. El árbol que está afuera de mi ventana, se ve más verde que otros días, y caen algunas hojas, planeando con gracia hasta mi ventana.


Quedó en venir esta tarde. Después de arreglar el desorden, tomo un baño de agua caliente que me relaja, aún más. Mi tranquilidad en la ducha se ve interrumpida por una llamada. Seguro es él.
-¡Mamá!... sí claro, nos vemos el fin de semana y te llevo el saco que me prestaste... no, no te preocupes, estaré bien, gracias... ok, te amo... adiós. -



Ya seca, me quedo desnuda un rato, escuchando música y acariciando al gato. Me gusta la conexión que tengo con mi gato, es tan dulce y tranquilo, casi como yo, siempre enrolla su cola entre mis piernas, y me mira con ojitos aguados para que lo mime, hasta que lo consigue, en la mayoría de ocasiones. Pelo gris, ojos verdes, pupilas cósmicas. Lo amo.  


Me habré quedado dormida en el sofá, cuando una llamada me despierta. Ahora si es él.
- Ok, te espero a las 5. Bye.-  Me termino de arreglar, unos jeans gastados, esqueleto negro, y los tennis de siempre, azul aguamarina y fucsia. Son las 5 en punto, y miro la puerta, esperando que en cualquier momento golpee. Pasan los minutos, el humo sale de mis fosas nasales. Una nube densa cubre ya la sala de estar. Me sumerjo lentamente en mi nube, sin lluvia. Cuando abro los ojos, me encuentro en medio de una oscuridad sepulcral, con el gato en mis piernas. Son las 9 pm. Y nunca llamó, ni vino, ni escribió. Debió pasarle algo. Entro en angustia, tengo un mal presentimiento, de esos que maceran los sesos hasta doler mucho. Camino por el apartamento, hasta que me decido a llamarlo, pero no contesta. Me pongo un abrigo, y salgo a buscar un taxi. Hace frío afuera y mis manos tiemblan.



!Que piense lo que quiera¡  El desespero me atormenta, pero sí !Que piense lo que quiera¡
Cuando llego a su casa, está todo en silencio. Toco la puerta. Me abre, es él. Tiene un semblante como de tristeza, de enfermedad física, y del alma.

-Me quedé esperándote, he estado muy preocupada ¿Por qué no fuiste, ni llamaste ni...?- 
-Lo siento, es que...  mejor sigue y te cuento-


Entramos, y me senté en una de las sillas del comedor. Me sirvió café y se sentó junto a mí.
-Tengo algo que decirte- A sus palabras las siguió un silencio sepulcral. Me quedé mirando fijamente hacia el corredor que conducía a su habitación, desde mi puesto, inmóvil, pero no miraba al vacío, sino a la dama que venía "levitando" hacia nosotros, envuelta en mi levantadora blanca. Y en ese instante comprendí todo.

Cerré los ojos, respiré profundo, y desde ahí se me borró la película... hasta hoy, que recordé todo.


En la cocina , en el lavaplatos, había un cuchillo enorme, que vi al quitarle la vista de encima a la bella dama. Era una lástima, pensar en tanta belleza, desperdiciada. Me paré rápidamente, y él tan sólo me podía mirar, con la taza de café en su mano, y la otra empuñada, tal vez de nervios. Ella se quedó inmóvil, con cara de estupefacción, cuando me vio levantarme en dirección al lavaplatos. Cuchillo en mano, qué cara bonita, cuerpo delgado, mediana estatura, un poco inferior a la mía, 1.65 tal vez. El filo de acero inoxidable resplandeciente. Él sentado, ella de pie, yo caminando rápidamente. Un paso, dos pasos, tres pasos... ella da reversa un paso, dos pasos. Yo sigo, cuatro pasos, cinco pasos...


Mi mano derecha se ha sabido incrustar en el medio de sus divinas tetas, con algo de dificultad, por la poca fuerza. Una puñalada; el cuchillo resbalando hacia dentro en un corte impecable, salpicando de su sangre mi levantadora, y un poco mi cara. Embadurnando mi mano. El cuchillo resbala hacia fuera con destreza. Dos puñaladas; el cuchillo penetra su abdomen, más suavemente que el tórax, y sale más sangre, mucha sangre, arruinando mi levantadora. Tres puñaladas; ella sigue inmóvil en frente mío. La abrazo a mi cuerpo, y mueve sus brazos temblorosos, en un gesto ridículo de impotencia. ¡Agítalos, imbécil, a ver si así te salvas! El cuchillo entra por su espalda en el costado derecho, cerca de su riñón... chorros incontenibles de sangre.
Con los ojos bien abiertos, se lleva las manos a las heridas y me mira a los ojos. 


Todo ha pasado tan rápido que, para cuando él me ha alcanzado, ya es demasiado tarde. Con sus brazos se abalanza sobre mí, sin poder hacer nada, porque YO, yo tengo el cuchillo. Ella cae al suelo, y se acurruca... sólo puedo pensar en mi levantadora. Le hago el quite, y cuando alcanza mi brazo izquierdo... ¡Cuatro puñaladas!; el cuchillo se ha ensartado en su cuello, en alguna arteria importante. Intenta decir algo que no comprendo, la mira a ella, me mira a mí, y cae al suelo de rodillas.


Era tarde en la noche, y estaba muy oscuro. Mi apartamento no quedaba muy lejos de allí. Me preparé un cigarro antes de salir de ahí, y me fui tranquilamente, fumando todo el camino, a pie. Necesitaba aire fresco y nocturno. Mis labios aprisionan suavemente, aspiro, siento cómo se llenan mis pulmones, y una leve picazón en la tráquea. Dos, tres, cuatro, y ya no puedo seguir aspirando. Termina mi día, sin mayor novedad. El árbol que está afuera de mi ventana, se ve más oscuro y deshojado que otras noches, y siguen cayendo las hojas, planeando con gracia hasta el pavimento bajo mis cansados pies. El gato me mira desde la ventana, dulce y tranquilo, como yo.




Natalia Duque.

3 comentarios:

Nikolai... dijo...

:o
me gusta ....
es de mi estilo ;)

Anónimo dijo...

Joeeer tia, teneis una mente maravillosa !!!


A.

Notte dijo...

Me estaba imaginando otro final mientras lo leía.
Ohh, la versatilidad de la mente y cómo empata con otra tan inesperadamente..!